jueves, 24 de febrero de 2011

Jueves 24 de febrero de 2011

S I L E N C I O

Entre un amasijo de hierro y cascotes perfora mi costado algo punzante y frío. A duras penas puedo mover algún músculo pero el dolor que esto me provoca me limita a la quietud. Estoy enterrado, vivo. Quiero recordar. Veo un edificio en construcción, una elevada torre. Evocar el momento justo en que todo se desplomó sobre mí y me convirtió en escombro, en un cascote más fruto de la demolición. Sin embargo las imágenes son confusas, se debe, sin duda, a las continuas idas y venidas de mi conciencia. Quizá sueño. Es probable que yo sea un atrevido constructor de torres sin los recursos suficientes para elevarme a esa altura pretendida junto a los nobles materiales que la elevaban, pero también es posible que sea otra persona la que construía esta torre, y yo sólo fuera un príncipe cautivo entre sus muros. Ahora, en vida o en sueños, estoy atrapado, enterrado entre los vestigios de una ilusión que quiso conquistar la altura.


El polvo de este delirio es tan real que la experiencia de asfixia es vívida, quizá cada cascote es realmente argamasa y piedra, quizá lo que perfora mi costado es realmente el barrote de una ventana malograda, pues siento como mi sangre recorre su superficie quieta. Abrir los ojos me sería útil tan solo para tener un indicio, solo un indicio, de vida. No veo nada nuevo, lo que veo son las mismas imágenes que observaba tras los párpados, quizá mis sueños, puede que el pensamiento consciente. El dolor es un aglutinante que me hace una unidad con todas las materias, no estoy en mitad de la ruina, no soy parte de la ruina, mis palabras son las palabras de toda esta destrucción.

lunes, 21 de febrero de 2011

Lunes 21 de febrero de 2011

Cuando alguien que ama el arte muere es como si una puerta quedara abierta, dentro se vulnerara una armonía estable y entrara una corriente fría. El espacio que ocupábamos todos pierde calor, queda algo desangelado. Ojalá hoy en algún lugar esté naciendo alguien que finalmente nos resulte tan próximo, que se apasione al hablar de poesía como lo hacía él. Para los que no creemos en vidas postreras es mayor la sensación de vacío. Sí queda, sin embargo, la obra del poeta.

lunes, 14 de febrero de 2011

Lunes 14 de febrero de 2011

              Cuando el sol sucede a la lluvia los rayos están limpios, son como escobillas suaves que arrancan a cada cosa su mejor sonrisa. Si tienes la fortuna de contemplarlo desde el asiento de un coche, gracias a la luna delantera su caricia pone calor en una de tus mejillas y tienes la impresión de que a ti también te quiere desenterrar la mejor de tus sonrisas, para sacarla ahí, en mitad de la mañana. Agradezco que todo esto me ocurra mientras oigo la radio, una canción cuya letra me es incomprensible pero cuya música da trascendencia a todo, de manera que se hace posible que toda mi atención esté en esta cosa sencilla y melodiosa que observo. Sonrío.  

lunes, 7 de febrero de 2011

Lunes 7 de febrero de 2011

            El rocío perla la hoja y la luz inunda cada esfera acuosa; distintos universos de formas y color habitan en tan reducido espacio del jardín. Ese todo abisal es un punto verde idéntico a otros miles en mitad de esta tarde soleada que se hizo hueco en mitad de la estación, en este rincón del patio. En la distancia, bajo el templete y tras los vidrios de sus ventanales, una niña diminuta, con indumentaria colegial, dibuja con lápices de colores. Hay un insecto que traza itinerarios irregulares y sin sentido alrededor de sus coletas. De entre los poros de celulosa de las cuartillas de papel parece brotar la lozanía de una hoja verde con trazos sólidos y decididos, rabiosos, que trascienden los límites de la forma inicialmente trazada. Tanta fuerza transmite la pequeña a la hoja de papel que la rasga y quiebra, abriendo una grieta por la que se cuela la tarde cálida y la luz.
Una brisa ligera trae el olor de la tierra mojada y en la distancia se escucha un lamento en la garganta ronca de una nueva tormenta.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Jueves 3 de febrero de 2011

Este pozo, que habría de dar cobijo y agua a criaturas pequeñas, está yermo. He oído el  ruido del cobre. El cubo, que pretende esquilmarlo, golpea las paredes de piedra secas; nada húmedo alberga su interior oscuro. El metal llega a su fondo y la cuerda se torna flácida.