lunes, 3 de octubre de 2011

Lunes 3 de octubre


… todo está quieto en el bosque. Silencio; que ninguna brisa le mueva las hojas. Pues son como estatuas diminutas y crujientes bañadas por un dorado de tramoya. He despertado y abierto los párpados procedente de un sueño reparador y siento que mis brazos albergan la fuerza de mil guerreros. Parece como si la vida se hubiera ausentado un tiempo prudente para volver a nacer. Intuyo que los dioses de... este bosquecillo apartado planean una mejor génesis. Es por ello que todas las energías derramadas por mi devenir, esas fuerzas frustradas, gastadas sin criterio ni éxito, están en mí de nuevo, para mejorar mis acciones. Sólo espero que se anuncie el nuevo y más dulce canto de la inexperta y novel cigarra de este bosque para empezar a vivir una vez más…

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Martes 6 de septiembre

Por la distancia la embarcación es minúscula en un cielo plomizo que se quiebra con rayos inofensivos cuyas luces, a ratos espaciados, salpican los flancos de la nave. Es el afecto que parte. Un cariño grave, redondo, se marcha dejando oscuridad y tormenta. Ahora el alma, esa identidad dudosa, ese peso muerto que arrastra mi intelecto, se derrumba o empequeñece, se apaga y muestra síntomas de cambio. Su color se torna violáceo y oscuro. Contra el muelle la mar caprichosa me tira sus olas con saña. Son espumosas y violentas esas aguas que se confunden en mi cuerpo con la lluvia enojada. La tormenta está desatada e imagino lo pequeña que resulta mi imagen desde la embarcación y tiemblo en el azul que lo domina todo.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Viernes 2 de septiembre (un comentario en Facebook)


‎... en un bosque apartado, donde habita el musgo y la vegetación es abundante, encontré en mí deambular errante, un rincón apartado y arrullado por la música de un arroyo cercano. Allí, contra una piedra centenaria, vi como se golpeaban un...os entes hermosos; supe que se trataba de las ilusiones humanas no materializadas. Como pompas de jabón se quebraban sin dolor sin alterar en nada el sonido monocorde del agua. Impregnaban, sin embargo, de los más hermosos y variados colores a la afortunada piedra. Esta piedra es por ello el objeta más bello de la Tierra…
… y el más triste, sin duda...

miércoles, 3 de agosto de 2011

Miercoles 3 de agosto

Puede que fuera muy de mañana. El arrullo del agua que corre y mis sandalias que quiebran el manto seco del bosque. Coníferas. En el pecho, expectante, un sentimiento que pugna por ser, definir mi estado. En ese instante el frescor de la mañana me arropa como un embozo suave, agradable y antiguo. Ese sentimiento no mencionado quizá sea gratitud. Al llegar al paraje que busca mi recuerdo las aguas del arrollo conforman un estanque, se calman, paran, se funden con un todo y pienso en las religiones de la India y en ese estado benéfico que me sugiere la meditación que nunca practiqué. Allí, en mitad del agua, en el centro de ese todo calmado, está ella, pero no sé quien es. Algunas aves trinan.

martes, 12 de julio de 2011

Martes 12 de julio de 2011

Serpentea entre la aridez. El verdor es escaso y la polvareda cubre la exigua lozanía de raquíticas plantas que subsisten aquí y allá. Pelea con la fuerza del viento, con el peso del tiempo, por mantener sus márgenes. Este camino ya nadie lo recorre, salvo el crepúsculo.[1] Nadie se acerca hasta la aldea. Ni siquiera las aguas del riachuelo que antes pasaban por aquí. No lo transitan ni carros cargados de productos de la ciudad ni el cartero en su bicicleta de antaño. Nadie hay que deba recibir correo. Se cae la aldea sobre sí misma mientras observa como la herida de tierra y piedras insiste en ser testigo de la historia. Un camino que no es transitado es silencio y olvido. Sin embargo esta línea de grosera materia, obstinada, se aferra al ser. Aún debe ser transitado este camino viejo.


[1] Este camino ya nadie lo recorre, salvo el crepúsculo. La frase es la traducción de un haiku de Matsuo Bashoo. (http://www.oshogulaab.com/ZEN/TEXTOS/haikus-BASHO.html)

lunes, 27 de junio de 2011

Lunes 27 de junio

Los girasoles me hablan. Me dicen con sencillez que son amarillos, muy amarillos. Inundan los campos extendiéndose desde ambas riberas del rió de asfalto líquido y pegajoso por el que conduzco. Trigueros. San Juan del Puerto. Girasoles, que son una sabana ligera de un amarillo intenso, que cubren toneladas de tristes aceites y mejores pipas. Girasoles que me recuerdan para siempre una oreja amputada y la obsesión del arte, también lo penoso e inmundo de esto mismo, el arte. Amanecer dorado que se sonroja del dorado de los campos. El sol es una pataleta pálida que, sin embargo, alumbra mi camino. De este lunes repetido en mil lunes que lo preceden recordaré siempre el color de los girasoles parlanchines y este amanecer menor, sin fuerza, incapaz de ser amarillo.  

martes, 24 de mayo de 2011

Lunes 23 de mayo de 2011

            Ahora que el viento del sur azota mi piel ya no me resulta tan grato morir. Mis ropas blancas ondean levemente. Es un flagelo cálido que muda mi anterior resolución. Sin embargo me encuentro al borde de este abismo y por mucho que Noto me susurre hermosas historias que habrán de acontecer en estíos venideros, por mucho que traiga a mi oído futuras gestas de individuos insignificantes o singulares, nada hay ya que se pueda hacer. Han sido contados mis días y confieso que su número no es una cifra menor. Mis pies han sido dispuestos en la línea última, bajo mis dedos se cierne el vació, la caída. Ese hecho duro y frío que sin embargo habrá de restaurar el equilibrio de esta vida que ya no lo es. Me encuentro firme, resuelto. Aunque ahora prefiero vivir sonrío ante mi inminente muerte. Pero también unas lágrimas surcan mi rostro como caudales de llantos venidos a menos.  
            Frente a mí, en la otra orilla de la descomunal abertura que me habrá de engullir, unos jilgueros revolotean y pían entorno a un olivo centenario. Tras ellos se extiende una llanura casi estéril, de rala vegetación. Y puedo divisar en la distancia cierta ondulación en la orografía, una sierra menor quizá. No recuerdo que existiera nada de eso antes.
            El sol, que se sumerge tras la estampa descrita, me inquieta. Su fulgor es impresionante, parece más lozano. No es ahora un astro cansado como me había parecido ayer. Sus rayos se adentran en el cielo con resolución e inundan el espacio. Se trata de una luz limpia, nueva, radiante con la capacidad de mutar en murmullo, en grito exultante.
            Tres minúsculos pasos me sitúan al límite. Tiemblo. Miedo. Es ya la mitad de cada uno de mis pies lo que ha ingerido este abismo, percibo la ansiedad de sus fauces devoradoras. Ahora me dispongo a saltar. Salto. Y al saltar la realidad se desvanece.
No tengo, por tanto, más remedio que seguir viviendo.

martes, 12 de abril de 2011

Martes 12 de abril

            Una minúscula partícula de luz eclosiona en mitad del día. Es avanzada la tarde cuando la explosión sin sonido, callada, ilumina una jornada de por sí fulgurante. Contra el cielo despejado y limpio una inquietud o reverberación menor se ondula un instante en el aire incorpóreo y por ello el tiempo y el espacio, gigantes mudos, reciben un empuje similar al del aleteo de un insecto. Casi desapercibida pues viene al mundo esta otra vida. Porque debe ser vida y no otra cosa ese albor casi imperceptible que se expande, ya que es de pronto materia y movimiento, respira. Se hace cuerpo al tiempo que en un árbol cercano, nos parece un tilo, un conjunto de pájaros derraman espontáneamente su vuelo arbitrario. Parecería humana esta vida en su conjunto y observándola podemos entender qué es aquello que llaman hecho a imagen del hombre, pero es peculiar y distinta y evidencia un desplazamiento torpe, una respiración difícil y las dimensiones de su cabeza son desproporcionadas. Sin embargo sonríe como lo haría un niño ingenuo.

viernes, 1 de abril de 2011

Viernes 1 de abril


Los textos de Homero hablan de un mar enojado, lo califican de proceloso. Es un adjetivo que me gusta y me agrada como suena. Pero además me transmite la idea que se tenía del mar, esa inmensidad llena de tormentas o borrascas, algo que al enfrentarlo siempre suponía un peligro. Actualmente soy todo océano, un inmerso mar de dudas, y en mis cavilaciones, si toco mis intestinos, puedo sentir con el dedo la furia de la tempestad que me habita. Soy un mar. Proceloso mar surcado por naves que son maltratadas por mi cólera, embarcaciones que lanzo a la deriva sin suerte, sin fortuna, pero que conservan la voluntad inquebrantable de arribar a algún puerto donde la luz caiga sobre las nobles y antiguas maderas de algún muelle.

lunes, 28 de marzo de 2011

Lunes 28 de marzo

                  En el principio de los tiempos sólo había hombres, no existían ni la Tierra ni los Dioses inmortales. Estas criaturas habitaban un lugar sin nombre y se alimentaban devorando a sus semejantes. No se reproducían de modo alguno y su número era insuficiente por lo que pronto toda existencia desapareció.
                  Todo lo que somos, la conciencia que de nosotros tenemos es fruto de un sueño ya extinguido, un suspiro ahora frío, que la intuición puso en la mente de uno de esos hombres. Esta idea, suspiro o sueño habita en la Nada, pero yo no sabría explicarles cómo.

lunes, 14 de marzo de 2011

Lunes 14 de marzo

            Nomi recibió un crisantemo. Al abrir la delicada caja en la que éste le había sido enviado su aroma le llegó al olfato, incluso inundó la estancia en la que estaba. En emplazamiento tan constreñido el olor se había concentrado de tal modo que su intensidad ahora se permitía reinar en toda la vivienda. Nomi amaba la belleza. Las hojas del crisantemo, su forma perfecta acariciaban el espíritu de este hombre sencillo.
            Aún era la estación de las lluvias y hacía frío. Tras el vidrio de la ventana las gotas de agua caían de los alfeizares de las casas colindantes. Las canalizaciones llevaban el agua de la lluvia al estanque del jardín. Con un cuenco de té entre las manos admiraba su crisantemo. Sentía que ello era cálido. Amaba la belleza, se recreaba en el efluvio que gobernaba la casa.  
            Con el paso de los días el sol se abrió paso entre las nubes, el zinc de las conducciones de agua brillaba limpio y seco y el estanque de agua calmada significaba paz. En el interior de la vivienda de Nomi se ha disipado todo perfume del crisantemo y sus hojas se han ajado. Este hombre sencillo sabe que la belleza es efímera, breve, intensa, como un poema.  

martes, 8 de marzo de 2011

Martes 8 de marzo

Camino por esta ciudad inmensa, grande, repetida en cada rostro, desmesurada. Ninguna mirada se cruza conmigo, el ajetreo autómata me circunda y prescinde de mi. No soy nada, no soy nadie. Vacío hasta el último vestigio de energía de mi cuerpo, sin éxito. Madrid sólo quiere de mi las escasas monedas que restan en mi bolsillo. En cada rincón fuerzo el contacto visual, alguna conexión esencialmente humana, no, no ocurre nada, no soy nadie. Siento frío, pena y frío. Caminar. Incesantemente. Por fin me dejo engullir por una de sus numerosas bocas. Madrid se derrama por ellas. Soy un átomo de la corriente que se deja tragar por esta M; la ciudad se repite en cada uno de nuestros rostros y se multiplica en el subsuelo. Madrid somos nosotros, viajeros que buscan un rostro, una sonrisa. Esta ciudad es un camino. A través de las cabezas informes y sin nombres el tren llega a una estación: mil rostros serios, cansados. Pasillos sucios, ruido sin palabras y salida. Veo un reloj, ansío salir pero la multitud impide que lo haga con presteza, gente pisando uvas y, a pesar de las nubes que cubren el cielo metropolitano, un Sol. Por fin subo por la calle de la Montera y me topo con la sonrisa que anhelaba. Falsa alarma, esta sonrisa tiene un precio. Estoy cansado. Gran Vía. Por fin el hogar impostor y la escasa potencia del agua de la ducha, dieciséis orificios surtidores de agua templada. Me he tumbado en las sábanas limpias y el agotamiento me hunde en la cama. El cansancio y esta soledad me dan la oportunidad de estar conmigo, a solas, es ocasión de conciliar a Mi conmigo, esos dos extraños. Sonrío. Esa era la sonrisa que buscaba. Doy gracias a la ciudad de Madrid.

jueves, 24 de febrero de 2011

Jueves 24 de febrero de 2011

S I L E N C I O

Entre un amasijo de hierro y cascotes perfora mi costado algo punzante y frío. A duras penas puedo mover algún músculo pero el dolor que esto me provoca me limita a la quietud. Estoy enterrado, vivo. Quiero recordar. Veo un edificio en construcción, una elevada torre. Evocar el momento justo en que todo se desplomó sobre mí y me convirtió en escombro, en un cascote más fruto de la demolición. Sin embargo las imágenes son confusas, se debe, sin duda, a las continuas idas y venidas de mi conciencia. Quizá sueño. Es probable que yo sea un atrevido constructor de torres sin los recursos suficientes para elevarme a esa altura pretendida junto a los nobles materiales que la elevaban, pero también es posible que sea otra persona la que construía esta torre, y yo sólo fuera un príncipe cautivo entre sus muros. Ahora, en vida o en sueños, estoy atrapado, enterrado entre los vestigios de una ilusión que quiso conquistar la altura.


El polvo de este delirio es tan real que la experiencia de asfixia es vívida, quizá cada cascote es realmente argamasa y piedra, quizá lo que perfora mi costado es realmente el barrote de una ventana malograda, pues siento como mi sangre recorre su superficie quieta. Abrir los ojos me sería útil tan solo para tener un indicio, solo un indicio, de vida. No veo nada nuevo, lo que veo son las mismas imágenes que observaba tras los párpados, quizá mis sueños, puede que el pensamiento consciente. El dolor es un aglutinante que me hace una unidad con todas las materias, no estoy en mitad de la ruina, no soy parte de la ruina, mis palabras son las palabras de toda esta destrucción.

lunes, 21 de febrero de 2011

Lunes 21 de febrero de 2011

Cuando alguien que ama el arte muere es como si una puerta quedara abierta, dentro se vulnerara una armonía estable y entrara una corriente fría. El espacio que ocupábamos todos pierde calor, queda algo desangelado. Ojalá hoy en algún lugar esté naciendo alguien que finalmente nos resulte tan próximo, que se apasione al hablar de poesía como lo hacía él. Para los que no creemos en vidas postreras es mayor la sensación de vacío. Sí queda, sin embargo, la obra del poeta.

lunes, 14 de febrero de 2011

Lunes 14 de febrero de 2011

              Cuando el sol sucede a la lluvia los rayos están limpios, son como escobillas suaves que arrancan a cada cosa su mejor sonrisa. Si tienes la fortuna de contemplarlo desde el asiento de un coche, gracias a la luna delantera su caricia pone calor en una de tus mejillas y tienes la impresión de que a ti también te quiere desenterrar la mejor de tus sonrisas, para sacarla ahí, en mitad de la mañana. Agradezco que todo esto me ocurra mientras oigo la radio, una canción cuya letra me es incomprensible pero cuya música da trascendencia a todo, de manera que se hace posible que toda mi atención esté en esta cosa sencilla y melodiosa que observo. Sonrío.  

lunes, 7 de febrero de 2011

Lunes 7 de febrero de 2011

            El rocío perla la hoja y la luz inunda cada esfera acuosa; distintos universos de formas y color habitan en tan reducido espacio del jardín. Ese todo abisal es un punto verde idéntico a otros miles en mitad de esta tarde soleada que se hizo hueco en mitad de la estación, en este rincón del patio. En la distancia, bajo el templete y tras los vidrios de sus ventanales, una niña diminuta, con indumentaria colegial, dibuja con lápices de colores. Hay un insecto que traza itinerarios irregulares y sin sentido alrededor de sus coletas. De entre los poros de celulosa de las cuartillas de papel parece brotar la lozanía de una hoja verde con trazos sólidos y decididos, rabiosos, que trascienden los límites de la forma inicialmente trazada. Tanta fuerza transmite la pequeña a la hoja de papel que la rasga y quiebra, abriendo una grieta por la que se cuela la tarde cálida y la luz.
Una brisa ligera trae el olor de la tierra mojada y en la distancia se escucha un lamento en la garganta ronca de una nueva tormenta.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Jueves 3 de febrero de 2011

Este pozo, que habría de dar cobijo y agua a criaturas pequeñas, está yermo. He oído el  ruido del cobre. El cubo, que pretende esquilmarlo, golpea las paredes de piedra secas; nada húmedo alberga su interior oscuro. El metal llega a su fondo y la cuerda se torna flácida.

lunes, 24 de enero de 2011

Lunes 24 de enero de 2011

He tenido esto días la ocasión de contemplar la ciudad, mi ciudad, desierta, limpia y luminosa, arrumbada en un rincón de la noche. La he caminado y, en ese itinerario, la he visto desamparada, a merced de cualquier agresión. Nada humano ha alterado la dirección de mis elucubraciones y en mitad de una plaza he mirado abstraído la luz de una llama en el interior de un farol. Pensaba que ya no existía ese tipo de iluminación. Absorto en el crepitar de la llama he querido creer que se trata del fuego que robó Prometeo y que obra en poder de los hombres. Y que mi ciudad, silente hoy, alberga el honor de custodiar el fuego primero, que entre sus paredes calladas se movieron antaño los fastos de una primera historia, que ella fue la capital del ruido. He podido oír en la lejanía, quizá sólo en mi mente, el sonido de un carruaje deslizándose por una calle empedrada. He tenido esto días la ocasión de contemplar la ciudad.