viernes, 1 de abril de 2011

Viernes 1 de abril


Los textos de Homero hablan de un mar enojado, lo califican de proceloso. Es un adjetivo que me gusta y me agrada como suena. Pero además me transmite la idea que se tenía del mar, esa inmensidad llena de tormentas o borrascas, algo que al enfrentarlo siempre suponía un peligro. Actualmente soy todo océano, un inmerso mar de dudas, y en mis cavilaciones, si toco mis intestinos, puedo sentir con el dedo la furia de la tempestad que me habita. Soy un mar. Proceloso mar surcado por naves que son maltratadas por mi cólera, embarcaciones que lanzo a la deriva sin suerte, sin fortuna, pero que conservan la voluntad inquebrantable de arribar a algún puerto donde la luz caiga sobre las nobles y antiguas maderas de algún muelle.

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