viernes, 27 de diciembre de 2013

Vienes, 27 de diciembre de 2013

                … el paulatino paso de los coches desplaza la nieve a ambos márgenes de la calzada, allí se agolpa sucia y fea, lo que permite reflexionar sobre la pureza de las emociones que acabamos abandonando ajadas y sin lustre alguno, inútiles y desgastadas. Como la nieve, cada sentimiento novedoso y desbordante, cada emoción, es inicialmente blanca y luminosa, pura y lustrosa, inmaculada, e inunda el camino y hace de su tránsito un acto más pausado y necesario, hermoso. La emoción comienza por ser un universo acotado y nevado en cuyo interior habita un impulso cálido. Sin embargo todo acaba siendo contaminado, nuevas emociones, miedos, desencuentros, van lastrando, apocando y ensuciando un sentimiento que fue puro. Ya no es válido ese pobre sentimiento y nuestro impulso vital se acelera para dejarlo atrás, abandonado a los márgenes contaminados de la vida. Esa nieve sucia queda arrinconada como un despojo en nuestro pasado. En mitad de esto hube de dar un volantazo, pues mi reflexión, junto al impulso propio de quien se niega a abandonar un sentimiento, me llevaba hipnotizado hacia esa nieve despojada de toda luz, excremento de mis últimas emociones, y allí, junto a ella, estaba el bordillo elevado. A pesar de la maniobra la goma de la rueda delantera se hundió sobre éste que golpeó la llanta con estrépito. Tanto mi coche como yo sabíamos que nada había sido zanjado. Contra la luna delantera me fui a golpear, justo allí, en la cabeza, donde aún era blanco el recuerdo de mi amiga. Aturdido por el golpe no reparaba en la imposibilidad de mi pretensión: me había bajado del vehículo y con la botella de agua vertía agua sobre la nieve sucia con la intención de lavarla, pero se disipaba. Aún recuerdo con dolor mi llanto desconsolado… 

jueves, 12 de diciembre de 2013

Jueves, 12 de diciembre de 2013

                … como todo año me dispongo a elaborar la lista de mínimos sobre los proyectos definitivos e inalienables que debo acometer en el año que se inicie. Me doy cuenta que son los mismos que me encuentro rodando por la mente cada año: aprender a hablar inglés de verdad, renunciar definitivamente al amor, escribir esa novela que me acompaña en sueños,… si lo pienso bien las tres cosas son la misma cosa. Son lo inacabado de toda experiencia humana, seamos serios: nunca aprenderé definitivamente inglés, tampoco español, ambas lenguas están inacabadas; uno viaja de la posición de amante a amado sin solución ni término, jamás las dos condiciones se dan a la vez, no existe ese equilibrio de que hablan las novelas, sin embargo no cesa mi búsqueda pues Platón la tiene a buen recaudo en su Mundo ideal, no está en mi mano; y desde luego la novela propia jamás será completada, todo es cambiante, mejorable, incluso empeorable, yo prologaría cada edición (en el cajón de mi despacho incluso), incluiría cambios, evolucionaría en cada lectura, sin ir más lejos este párrafo lo habré leído al menos diez veces, modificado otras tantas, y sé que me ha transmitido diez ideas distintas, y por otro lado no puedo abarcar las interpretaciones a que estará sujeto en vuestras manos. Eso sí, con todas mis fuerzas iniciaré el año próximo estudiando inglés, vaciándome de emociones hasta quedar desnudo y, por supuesto, con un teclado entre las manos. Lucharé contra mi mediocridad, contra ese inglés que habla de trivialidades, contra ese amor que acabe enmarcado en una foto fija de un instante pasado sobre la mesa de mi despacho; y, desde luego, veré la manera de construir con este mundo mío una historia…   

lunes, 18 de noviembre de 2013

Lunes, 18 de noviembre de 2013

... no sé si sería deseable que la libertad de mi pensamiento no fuera premonitoria pues no hago otra cosa que pensar en la muerte, concretamente en mi propia muerte. Recientemente he viajado haciendo uso de varios vuelos y tan intensa ha sido esta sensación que me he llegado a sentir culpable. Sin ningún miedo, en cada uno de los trayectos fui consciente de que de un momento a otro se desencadenaría mi fin, cosa que finalmente no aconteció. Me agobiaba ciertamente que las personas que me acompañaban participaran de mi certeza, felizmente para ellos devenida ilusoria. Lo cierto es que de un tiempo a esta parte mi mente trae mi final al pensamiento tan recurrentemente que pudiera parecer enfermizo, sin embargo afronto esta evocación con placentera disposición, sin tragedias, e investido de una placidez que, a pesar de mi nombre, es desconocida en mí. Me faltan mil cosas que hacer en esta vida que sé única, y sin embargo no me agobia ni apremia abandonarla. Eso sí, tampoco tengo prisas, cuando una mezcla de azar y biología lo disponga aquí estará mi cuerpo y una breve y anodina historia habrá quedado incompleta, qué más da…

viernes, 15 de noviembre de 2013

Viernes, 15 de diciembre de 2013

¿Quién eres? Muéstrate ante mí, que yo pueda verte, echarte, pegarte, tirarte al váter y, a mi vez, tirar de la cadena. Parece que no hay duda, eres un personaje de novela. Pero ¿qué novela? Deja de atormentarme, sal de mi cabeza —como diría Jero Romero: puedes salir por donde pone entrar—. Todos queremos existir, pero en serio te lo digo, busca a alguien que realmente te pueda dar vida, mi pluma te arrastraría por un fango oscuro que es mejor no conocer, por una desnudez que quizá no estés dispuesto a mostrar. Es cierto que en otro tiempo te podría haber hecho vivir aventuras culminadas por sonrisas repletas de dientes blanquísimos y elipses pronunciadísimas. No es este tiempo. No me atormentes. Te intuyo como yo, con tu mirada verde y el entrecejo descuidado —de vez en cuando deberías proponer a Isabel que con su pericia y sus pinzas dignificara la imagen de tu rostro—, sé que yo, en mi bisoñez, te construiría pequeño. Aunque no con un aspecto del todo desagradable sí con tu escasa estatura, tu pobreza de miras y cierto gusto por la ropa desenfadada. De verdad huye, empezaría a escarbar, arrancarte cada prenda que te abriga, cada capa de temor que te cubre. No te muestres, haz algo útil con tu cobardía, eres un hombre hecho a semejanza de un dios igualmente cobarde. Creo adivinar cierta propensión a la desmedida autoflagelación. Déjame en paz, por favor. Sal de ahí. Márchate. Déjame. Déjame ser sin ti.   

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Miércoles, 13 de noviembre de 2013

… este sol se pasea por mi noviembre con tórrida desfachatez y con su calor remueve en mi sangre resquicios de antepasados bereberes de que me compongo; me agrada ser África. Otro día danzaré rogando a los dioses por la lluvia y les contaré el bien que hizo a mi persona el descender, entre otros miles, de gente con la piel tan roja, pues soy sabedor de que en la mezcla está mi perfección…

lunes, 21 de octubre de 2013

Lunes, 21 de octubre de 2013

... he tomado mi lápiz y mondado en finas láminas la madera que recubre la mina interior hasta sacar su punta. Lo he hecho con devoción y celo por alcanzar la más fina forma, de manera que después, al apoyarlo sobre la cuartilla inmaculada, un mínimo punto se ha podido advertir bajo la luz del flexo que todo esto alumbra.  Quiero dictar a mi mano órdenes concretas, pero mi espíritu alberga más la voluntad de hacer algo pulcro con mi vida que la certeza de qué palabras conformarán la lista de mis nuevas intenciones. Sólo hay algo que suena con fuerza y se hace nítido a la luz de mi aturdido intelecto, y esto es la idea de cambio. Más allá se cierne lo ignoto y la oscuridad más plena…

miércoles, 26 de junio de 2013

Miércoles 26 de junio de 2013

La había encontrado a primera hora esa mañana, cuando la luz se insinuaba entre la escueta maleza. Estaba allí, en mitad de su camino, tirada de cualquier modo sobre unas zarzas, en el más absoluto abandono y desamparo, yaciendo desnuda, con todos sus sentidos y significados a la vista, sólida, con una identidad que iba más allá del sonido y del recuerdo. Aquella palabra, de espaldas sobre las espinas de la planta, movía sus letras panza arriba, hacía sonar sus fonemas en señal de auxilio, y reclamaba la idea principal de su ser. La palabra estaba atrapada entre los pinchos de una planta sencilla y sucia en mitad del camino. La tomó entre sus manos y quitó las púas una a una dejando a la idea que albergaba a la luz del sol que alcanzaba ya los cerros en el horizonte. Jamás hubiera imaginado que una palabra cobrara vida material. La introdujo en el bolsillo de su pantalón y continuó su camino escuchando su sonido.