… el
paulatino paso de los coches desplaza la nieve a ambos márgenes de la calzada,
allí se agolpa sucia y fea, lo que permite reflexionar sobre la pureza de las
emociones que acabamos abandonando ajadas y sin lustre alguno, inútiles y
desgastadas. Como la nieve, cada sentimiento novedoso y desbordante, cada
emoción, es inicialmente blanca y luminosa, pura y lustrosa, inmaculada, e inunda
el camino y hace de su tránsito un acto más pausado y necesario, hermoso. La
emoción comienza por ser un universo acotado y nevado en cuyo interior habita
un impulso cálido. Sin embargo todo acaba siendo contaminado, nuevas emociones,
miedos, desencuentros, van lastrando, apocando y ensuciando un sentimiento que
fue puro. Ya no es válido ese pobre sentimiento y nuestro impulso vital se
acelera para dejarlo atrás, abandonado a los márgenes contaminados de la vida.
Esa nieve sucia queda arrinconada como un despojo en nuestro pasado. En mitad
de esto hube de dar un volantazo, pues mi reflexión, junto al impulso propio de
quien se niega a abandonar un sentimiento, me llevaba hipnotizado hacia esa
nieve despojada de toda luz, excremento de mis últimas emociones, y allí, junto
a ella, estaba el bordillo elevado. A pesar de la maniobra la goma de la rueda
delantera se hundió sobre éste que golpeó la llanta con estrépito. Tanto mi
coche como yo sabíamos que nada había sido zanjado. Contra la luna delantera me
fui a golpear, justo allí, en la cabeza, donde aún era blanco el recuerdo de mi
amiga. Aturdido por el golpe no reparaba en la imposibilidad de mi pretensión: me
había bajado del vehículo y con la botella de agua vertía agua sobre la nieve
sucia con la intención de lavarla, pero se disipaba. Aún recuerdo con dolor mi
llanto desconsolado…
viernes, 27 de diciembre de 2013
jueves, 12 de diciembre de 2013
Jueves, 12 de diciembre de 2013
… como todo
año me dispongo a elaborar la lista de mínimos sobre los proyectos definitivos
e inalienables que debo acometer en el año que se inicie. Me doy cuenta que son
los mismos que me encuentro rodando por la mente cada año: aprender a hablar
inglés de verdad, renunciar definitivamente al amor, escribir esa novela que me
acompaña en sueños,… si lo pienso bien las tres cosas son la misma cosa. Son lo
inacabado de toda experiencia humana, seamos serios: nunca aprenderé definitivamente
inglés, tampoco español, ambas lenguas están inacabadas; uno viaja de la
posición de amante a amado sin solución ni término, jamás las dos condiciones
se dan a la vez, no existe ese equilibrio de que hablan las novelas, sin
embargo no cesa mi búsqueda pues Platón la tiene a buen recaudo en su Mundo
ideal, no está en mi mano; y desde luego la novela propia jamás será completada,
todo es cambiante, mejorable, incluso empeorable, yo prologaría cada edición
(en el cajón de mi despacho incluso), incluiría cambios, evolucionaría en cada
lectura, sin ir más lejos este párrafo lo habré leído al menos diez veces,
modificado otras tantas, y sé que me ha transmitido diez ideas distintas, y por
otro lado no puedo abarcar las interpretaciones a que estará sujeto en vuestras
manos. Eso sí, con todas mis fuerzas iniciaré el año próximo estudiando inglés,
vaciándome de emociones hasta quedar desnudo y, por supuesto, con un teclado
entre las manos. Lucharé contra mi mediocridad, contra ese inglés que habla de
trivialidades, contra ese amor que acabe enmarcado en una foto fija de un
instante pasado sobre la mesa de mi despacho; y, desde luego, veré la manera de
construir con este mundo mío una historia…
lunes, 18 de noviembre de 2013
Lunes, 18 de noviembre de 2013
... no sé si sería deseable que la libertad de mi
pensamiento no fuera premonitoria pues no hago otra cosa que pensar en la
muerte, concretamente en mi propia muerte. Recientemente he viajado haciendo
uso de varios vuelos y tan intensa ha sido esta sensación que me he llegado a sentir
culpable. Sin ningún miedo, en cada uno de los trayectos fui consciente de que de
un momento a otro se desencadenaría mi fin, cosa que finalmente no aconteció. Me
agobiaba ciertamente que las personas que me acompañaban participaran de mi
certeza, felizmente para ellos devenida ilusoria. Lo cierto es que de un tiempo
a esta parte mi mente trae mi final al pensamiento tan recurrentemente que
pudiera parecer enfermizo, sin embargo afronto esta evocación con placentera
disposición, sin tragedias, e investido de una placidez que, a pesar de mi
nombre, es desconocida en mí. Me faltan mil cosas que hacer en esta vida que sé
única, y sin embargo no me agobia ni apremia abandonarla. Eso sí, tampoco tengo
prisas, cuando una mezcla de azar y biología lo disponga aquí estará mi cuerpo
y una breve y anodina historia habrá quedado incompleta, qué más da…
viernes, 15 de noviembre de 2013
Viernes, 15 de diciembre de 2013
¿Quién
eres? Muéstrate ante mí, que yo pueda verte, echarte, pegarte, tirarte al váter
y, a mi vez, tirar de la cadena. Parece que no hay duda, eres un personaje de
novela. Pero ¿qué novela? Deja de atormentarme, sal de mi cabeza —como diría
Jero Romero: puedes salir por donde pone entrar—. Todos queremos existir, pero
en serio te lo digo, busca a alguien que realmente te pueda dar vida, mi pluma
te arrastraría por un fango oscuro que es mejor no conocer, por una desnudez
que quizá no estés dispuesto a mostrar. Es cierto que en otro tiempo te podría haber
hecho vivir aventuras culminadas por sonrisas repletas de dientes blanquísimos
y elipses pronunciadísimas. No es este tiempo. No me atormentes. Te intuyo como
yo, con tu mirada verde y el entrecejo descuidado —de vez en cuando deberías
proponer a Isabel que con su pericia y sus pinzas dignificara la imagen de tu
rostro—, sé que yo, en mi bisoñez, te construiría pequeño. Aunque no con un
aspecto del todo desagradable sí con tu escasa estatura, tu pobreza de miras y cierto
gusto por la ropa desenfadada. De verdad huye, empezaría a escarbar, arrancarte
cada prenda que te abriga, cada capa de temor que te cubre. No te muestres, haz
algo útil con tu cobardía, eres un hombre hecho a semejanza de un dios
igualmente cobarde. Creo adivinar cierta propensión a la desmedida
autoflagelación. Déjame en paz, por favor. Sal de ahí. Márchate. Déjame. Déjame
ser sin ti.
miércoles, 13 de noviembre de 2013
Miércoles, 13 de noviembre de 2013
… este sol se pasea por mi noviembre con tórrida desfachatez y con su calor remueve en mi sangre resquicios de antepasados bereberes de que me compongo; me agrada ser África. Otro día danzaré rogando a los dioses por la lluvia y les contaré el bien que hizo a mi persona el descender, entre otros miles, de gente con la piel tan roja, pues soy sabedor de que en la mezcla está mi perfección…
lunes, 21 de octubre de 2013
Lunes, 21 de octubre de 2013
... he tomado mi lápiz y mondado en finas láminas la madera que recubre la mina interior hasta sacar su punta. Lo he hecho con devoción y celo por alcanzar la más fina forma, de manera que después, al apoyarlo sobre la cuartilla inmaculada, un mínimo punto se ha podido advertir bajo la luz del flexo que todo esto alumbra. Quiero dictar a mi mano órdenes concretas, pero mi espíritu alberga más la voluntad de hacer algo pulcro con mi vida que la certeza de qué palabras conformarán la lista de mis nuevas intenciones. Sólo hay algo que suena con fuerza y se hace nítido a la luz de mi aturdido intelecto, y esto es la idea de cambio. Más allá se cierne lo ignoto y la oscuridad más plena…
miércoles, 26 de junio de 2013
Miércoles 26 de junio de 2013
La había encontrado a primera hora esa mañana, cuando la luz se insinuaba entre la escueta maleza. Estaba allí, en mitad de su camino, tirada de cualquier modo sobre unas zarzas, en el más absoluto abandono y desamparo, yaciendo desnuda, con todos sus sentidos y significados a la vista, sólida, con una identidad que iba más allá del sonido y del recuerdo. Aquella palabra, de espaldas sobre las espinas de la planta, movía sus letras panza arriba, hacía sonar sus fonemas en señal de auxilio, y reclamaba la idea principal de su ser. La palabra estaba atrapada entre los pinchos de una planta sencilla y sucia en mitad del camino. La tomó entre sus manos y quitó las púas una a una dejando a la idea que albergaba a la luz del sol que alcanzaba ya los cerros en el horizonte. Jamás hubiera imaginado que una palabra cobrara vida material. La introdujo en el bolsillo de su pantalón y continuó su camino escuchando su sonido.
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