… como todo
año me dispongo a elaborar la lista de mínimos sobre los proyectos definitivos
e inalienables que debo acometer en el año que se inicie. Me doy cuenta que son
los mismos que me encuentro rodando por la mente cada año: aprender a hablar
inglés de verdad, renunciar definitivamente al amor, escribir esa novela que me
acompaña en sueños,… si lo pienso bien las tres cosas son la misma cosa. Son lo
inacabado de toda experiencia humana, seamos serios: nunca aprenderé definitivamente
inglés, tampoco español, ambas lenguas están inacabadas; uno viaja de la
posición de amante a amado sin solución ni término, jamás las dos condiciones
se dan a la vez, no existe ese equilibrio de que hablan las novelas, sin
embargo no cesa mi búsqueda pues Platón la tiene a buen recaudo en su Mundo
ideal, no está en mi mano; y desde luego la novela propia jamás será completada,
todo es cambiante, mejorable, incluso empeorable, yo prologaría cada edición
(en el cajón de mi despacho incluso), incluiría cambios, evolucionaría en cada
lectura, sin ir más lejos este párrafo lo habré leído al menos diez veces,
modificado otras tantas, y sé que me ha transmitido diez ideas distintas, y por
otro lado no puedo abarcar las interpretaciones a que estará sujeto en vuestras
manos. Eso sí, con todas mis fuerzas iniciaré el año próximo estudiando inglés,
vaciándome de emociones hasta quedar desnudo y, por supuesto, con un teclado
entre las manos. Lucharé contra mi mediocridad, contra ese inglés que habla de
trivialidades, contra ese amor que acabe enmarcado en una foto fija de un
instante pasado sobre la mesa de mi despacho; y, desde luego, veré la manera de
construir con este mundo mío una historia…
No hay comentarios:
Publicar un comentario