miércoles, 26 de junio de 2013

Miércoles 26 de junio de 2013

La había encontrado a primera hora esa mañana, cuando la luz se insinuaba entre la escueta maleza. Estaba allí, en mitad de su camino, tirada de cualquier modo sobre unas zarzas, en el más absoluto abandono y desamparo, yaciendo desnuda, con todos sus sentidos y significados a la vista, sólida, con una identidad que iba más allá del sonido y del recuerdo. Aquella palabra, de espaldas sobre las espinas de la planta, movía sus letras panza arriba, hacía sonar sus fonemas en señal de auxilio, y reclamaba la idea principal de su ser. La palabra estaba atrapada entre los pinchos de una planta sencilla y sucia en mitad del camino. La tomó entre sus manos y quitó las púas una a una dejando a la idea que albergaba a la luz del sol que alcanzaba ya los cerros en el horizonte. Jamás hubiera imaginado que una palabra cobrara vida material. La introdujo en el bolsillo de su pantalón y continuó su camino escuchando su sonido.

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