miércoles, 13 de junio de 2012

Miércoles, 13 de junio de 2012

Una conmoción repentina y, sin embargo, leve. Se trata de un movimiento suave del agua que tiembla ligeramente. El nivel de las ondas, perfectas y redondas, se eleva y percibo este cambio ligero en mi pecho desnudo. La temperatura en la que estoy sumergido me asciende unos milímetros. Allí donde termina el estanque, sobre los limpios azulejos de colores, la línea argentada del agua sube escasamente. Me encuentro observando el dibujo de las losetas de esta alberca. Son filigranas de grafismos árabes, aleyas que se retuercen en bellas formas, lacería varia y atauriques que me trasportan a ensoñaciones pacíficas. Veo estos hermosos azulejos a través de las aguas que son un espejo cristalino, son voces quietas y firmes. Sin embargo se produce el fenómeno nimio del que hablo. Por insignificante que sea me saca del ensimismamiento y la contemplación. Comprendo al instante, percibo una sombra, un cuerpo blanco desnudo, un sonido blando. Todo ello es una mujer que se ha sumergido junto a mí. No tengo nada más que decir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario