miércoles, 26 de febrero de 2014

Miércoles, 26 de febrero de 2014

… estos días es común que en el patio sople el viento a ratos. Con su empuje el cabello se posiciona tras la nuca dejando expeditos a los ojos, que trabajan acorde con la mano que manipula el cristal. Los dos, inquietos y brillosos, se fijan en la pared del vaso para observar la semilla que ha eclosionado. María tiene una mano pequeña, conforme a su edad. Las yemas de los dedos se adaptan a la base del recipiente evitando interrumpir la observación de las raíces que salen desde el garbanzo y pegadas a la pared translúcida buscan la sustancia de la tierra húmeda. El calor apocado de un sol largamente esperado escasamente conforta a la niña. Es final de un febrero frío. Había estado ausente todo el fin de semana y a la vuelta ha visto por fin cómo la semilla se expande tímidamente por la tierra negra depositada en el vaso de cristal. El frío no la amilana. La tarea habría de consistir en describir día a día la evolución. Ella es meticulosa. Tanto que ya empezaba a desesperar, no encontraba palabras para no ser redundante en el diario que la tarea obligaba a llevar minuciosamente. Miércoles veintiséis de febrero de dos mil catorce: finalmente, del garbanzo han surgido unas diminutas raíces blancas, brevísimas hoy, pero que suponen la novedad y la constatación de que la vida se abre paso. Quizá es un lenguaje afectado y poco científico, pero así queda plasmado en su cuaderno de anillas…

No hay comentarios:

Publicar un comentario