… Febo ya no es un muchacho, bufa con sorna para después sonreír
en mitad de su camino. Aparece estos días con su carro inmaculado y me saluda
cálidamente en la distancia. En su bonanza brilla. Se ha hecho para mí
necesaria su presencia —será que padezco hambre de primavera—, por lo que lo busco
con la mirada a primera hora. Si es que aparece mi ánimo se eleva…
No hay comentarios:
Publicar un comentario