jueves, 2 de diciembre de 2010

Viernes 3 de diciembre de 2010

Más allá del vaho del vidrio identifico el amarillo grato del sol. Suena música en la radio. Se trata de una canción de las de toda la vida, de esas de las que no sabemos nada pero que tarareamos sin remedio; su melodía pegadiza y conocida me eleva el ánimo. No sé lo que dice pero se intuye la felicidad de la mujer que está detrás de esas palabras. Tuerzo en la rotonda y tomo un camino que me aleja de mi destino inicial. No sé en qué instante he tomado esa decisión, ni siquiera si he sido yo, pero el vehículo me lleva lejos de ese lugar. Ahora la persona que decide la música en la radio ha puesto una canción de Bjork: Venus as a boy. Si pudiera, en este instante, la besaría. Mi ánimo explora cimas elevadas. La tarde me fascina, parece limpia. A ambos lados de una calzada de cantos rodados y albero una hierba frondosa y de un verdor intenso conforma los dos andenes naturales de esta vía nueva, inexplorada. Lentamente el vehiculo se desliza hacia la puesta de sol. Sonrío en la soledad del habitáculo, quizá soy un cowboy. Yo siento que ese es un destino posible, un lugar cálido. He llegado a comprender que el trayecto es, en sí mismo, mi destino.

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